Energía para jugar: ¿por qué es tan importante?

Desarrollado en colaboración con lal doctora Agnieszka Rudzka-Kocjan, pediatra

El juego es una de las actividades más importantes para cualquier niño. Gracias al juego, el bebé no solo se relaja, sino que también adquiere conocimientos sobre el mundo, se ejercita, socializa, se desarrolla emocional y creativamente. Para que un niño juegue libremente, se deben satisfacer sus otras necesidades. ¿Sabes cuáles son?


El Juego

  • El juego, como una de las formas de conocer el entorno, tiene un papel muy importante en el desarrollo de un niño, tanto física como mentalmente, así como emocional y socialmente. Gracias al juego, el niño se convierte en un “co-creador” de su propio desarrollo mental. Los juegos variados desarrollan diferentes funciones mentales, gracias a ello, el niño adquiere los conocimientos y habilidades necesarios para la vida cotidiana. En este sentido, los siguientes períodos son particularmente importantes en la vida de un niño: neonatal y postneonatal, primera infancia y preescolar.

  • En los primeros años de la vida de un niño, gran parte del juego consiste en aprender las propiedades de diferentes elementos, aquí hay que mencionar que la cantidad y calidad de los juguetes tiene su importancia. Una acumulación demasiado grande de juguetes en el entorno de un niño pequeño puede inhibir el “sentido” de descubrimiento e inventiva. Demasiados estímulos que llegan a un niño interrumpen la formación de redes de neuronas en el cerebro, lo que dificulta el desarrollo de los procesos mentales, es por eso que los juguetes no deben ser demasiado coloridos o ruidosos. A los niños pequeños les gusta ver los colores contrastantes: rojo con azul o blanco y negro, así que basta con una hoja de papel grande blanca con patrones negros, colgada en la pared sobre la cuna.

  • A los niños, incluso a los más pequeños, se les debe hablar, abrazar y proporcionar contacto físico tanto como sea posible. Son ideales los juegos tradicionales como “cinco lobitos tenía la loba”, “aserrín, aserrán”, “date, date, date. Date en la cabecita…”, etc. Los niños, al igual que los adultos, necesitan una dosis diaria de motivación para actuar y afrontar las dificultades. El juego es motivador, si no es aburrido y si se adapta a las habilidades del niño, sin ser demasiado difícil ni demasiado fácil; la motivación es una característica variable, por lo que no se puede decir que sea constante, en algunas situaciones es mayor y en otras menor. Es mucho más fácil para un niño estar motivado, o dispuesto a actuar, cuando está sano, descansado, cómodo, ha dormido bien, no tiene hambre ni sed, calor o frío.

¿Cómo equilibrar la dieta de un niño para que tenga energía al jugar?

La motivación también se ve fomentada por la sensación de seguridad, tranquilidad y un ritmo fijo del día: caminatas, siestas o comidas en horas determinadas. Las comidas deben ser equilibradas, con los nutrientes, minerales y vitaminas correctos. Hay que subrayar la importancia del ácido DHA. El ácido docosahexaenoico (DHA) es uno de los principales materiales de construcción del cerebro: la corteza de este órgano, responsable de la memoria y de la capacidad de aprender, se compone de hasta un 60% de DHA.

El DHA también es el componente básico de las membranas de los conos y bastones, células ubicadas en la retina del ojo. Es importante saber que la acumulación de DHA tiene lugar ya durante el embarazo, pero luego hay que asegurarse de que se suministre con las comidas.

Además de la leche materna y la leche modificada enriquecida con DHA, la fuente de este ácido es el pescado, principalmente pescado azul (por ejemplo, salmón, arenque, jurel, caballa, anguila, sardina). Es por eso que los niños pequeños deben comer pescado al menos 1 o 2 veces a la semana. Los ácidos grasos que son precursores en la formación de LCPUFA (incluido DHA) en el cuerpo humano también se encuentran en aceites vegetales, nueces, semillas y linaza. Al planificar la dieta de un niño, lo mejor es seguir los regímenes alimentarios actuales para bebés y niños pequeños, que cambian con el desarrollo de los conocimientos médicos. La fuente de tal conocimiento debe ser principalmente el pediatra.


¿Cómo definir correctamente la distribución del tiempo de un niño para el juego y el descanso?

Para determinar correctamente el tiempo de juego y descanso de un niño pequeño, se debe sobre todo observar cuidadosamente al niño.
Cuanto más pequeño es, menos tiempo puede dedicar a jugar y más tiempo necesita para descansar. Por ejemplo:

  • Un bebé de 4 a 12 meses debe dormir de 12 a 16 horas al día a intervalos regulares (incluidas las siestas)

  • Un niño de 1 a 2 años debe dormir de 11 a 14 horas al día a intervalos regulares (incluidas las siestas)

  • Un niño de 3 a 5 años debe dormir de 10 a 13 horas al día a intervalos regulares (incluidas las siestas)

La duración adecuada del sueño promueve la tranquilidad, una mayor concentración de atención, una mejor memoria y, en los niños mayores, el dominio y control de las emociones.

Los bebés necesitan 4 o 2 siestas al día, según su edad. Para un niño pequeño suele ser suficiente una siesta al día (fuente: aap.org).

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y un niño feliz es un niño sano

La felicidad y la salud están ligadas entre sí de forma intuitiva desde hace mucho tiempo. Por esto utilizamos la expresión “la risa es sana”. Los estudios confirman lo que mucha gente suponía de forma instintiva: el nivel de la felicidad puede influir en el nivel de la salud y viceversa.

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